Con el pecho encogido, las ganas de llorar, la sensación de ahogo, de desesperación, de añoranza, muerta de cariño, con una nube de polvo en la mente y arrugas en la frente, los ojos aturdidos, sudorosa, el alma en vilo y el corazón dividido, con la vida por detrás y por delante, con la vida presente y la que pudo haber sido y no fue -qué cruel-, con la idea de pérdida y vacío, de dolor ajeno o propio, ¿esto o lo otro?, ¿ahora o luego?, con las uñas quebradizas asiéndose a un muro hecho de nube y lágrimas que todo lo cubren, con los párpados a rastras y el bombeo acelerado de sus venas, con la nada como compañera y la dicha ya nublada; se dio cuenta de todo y se arrodilló, asustada.
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