A bocados

¿Quién no ha saboreado el placer de una porción de algo? De membrillo, de chocolate en forma de bombón, de naranja convertida en gajos, de queso... Cada uno de esos momentos ha sido una porción de vida, centrado en el paladar, la textura y el deseo de que no termine... Porque así se nos presenta la vida, en porciones, formando un gran queso donde podemos encontrar desde gusanos hasta agujeros, pero también ternura y sabor; y donde hay que tener mucho cuajo para no darle un mordisco y comérselo a bocados.

martes, 27 de septiembre de 2011

Carrillos incandescentes

Cual gusiluz humano, mis carrillos se tornan incandescentes al entrar en la sala. Mis pulmones se ralentizan en su labor de intercambio gaseoso, debido al espesor del ambiente. Y la piel se moja en zonas consideradas antiestéticas, véase axilas o entrepecho.
O bigote.
Porque a la gente le dices que estás sudando, y te mira mal. Pero le dices que te suda el bigote y se parte de la risa. A mí no me hace ni puñetera gracia, porque según lo dices te miran en el sitio en cuestión. Y entonces sudas más. Y te ven el vello.
Vello.
¡Ja! ¿Cómo que vello? Unas púas en toda regla. Negras. ¡Qué condena! Cada semana, pinzas en mano, emulando a un cirujano sádico, hay que eliminarlas pelo a pelo, tirón a tirón, lágrima a lágrima. Bueno, y estornudo a estornudo. Aunque esos los provocan las de las cejas, que al arrancarlas se levanta hasta el párpado. Qué maltrato.
Y todo para que no te llamen Cantinflas. Ni uniceja.

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